viernes, 14 de febrero de 2020

Estrellas

Se agradece la luz verde del otro día, no dije nada y me comí las ganas, pero será que si no lo suelto por algún lado reviento. Así que lo suelto por aquí. Parece una tontería, pero ya es una señal de que sigues respirando y mira... Es lo que tengo y a eso me aferraré. Ojala esté todo bien, ojalá más lucecillas.
Los griegos miando al cielo y guiándose, inventando historias...

jueves, 19 de diciembre de 2019

Idiota

Me pone celoso no ser yo quien la haga reir.
Los seres humanos somos imbéciles. Aprendemos tarde. No se como se expresa la rabia que me doy ahora mismo...

sábado, 7 de diciembre de 2019

viernes, 6 de diciembre de 2019

Schism

I know the pieces fit
'Cause I watched them fall away
Mildewed and smoldering
Fundamental differing
Pure intention juxtaposed
Will set two lovers' souls in motion
Disintegrating as it goes
Testing our communication

The light that fueled our fire then
Has burned a hole between us so
We cannot seem to reach an end
Crippling our communication

I know the pieces fit
'Cause I watched them tumble down
No fault, none to blame
It doesn't mean I don't desire
To point the finger, blame the other
Watch the temple topple over
To bring the pieces back together
Rediscover communication

The poetry that comes from the squaring off between
And the circling is worth it
Finding beauty in the dissonance

There was a time that the pieces fit
But I watched them fall away
Mildewed and smoldering
Strangled by our coveting
I've done the math enough to know
The dangers of our second guessing
Doomed to crumble unless we grow
And strengthen our communication

Cold silence has a tendency to
Atrophy any sense of compassion
Between supposed lovers
Between supposed lovers

I know the pieces fit
I know the pieces fit
I know the pieces fit
I know the pieces fit
I know the pieces fit
I know the pieces fit
I know the pieces fit
I know the pieces fit



jueves, 14 de noviembre de 2019

Mérida a Madrid o Pensamiento Lateral



Desde que reposté al norte de Sevilla llevaba la radio apagada.
Voy a encenderme un cigarrillo.

Ya. Como iba diciendo, la radio apagada. No se, me sentaba como ruido. Iba hacia arriba, mirando a la derecha, hacia el mapa de la tablet, que no es complicado, vía de la plata va hacia arriba y punto, directo a Mérida. Buenos recuerdos tengo de Mérida. Pensaba comprar Cachuela principalmente, y café Barco. Imposible encontrar Cachuela en ningún sitio (ese café tampoco). Cuando empecé a reconocer el Carrefour, la ruta del aparcamiento (con muchos más coches que la última vez), la plaza de párking... Me notaba sensaciones en el pecho, notas como te tiembla un poco todo, la boca te hace gestos, parpadeas... La fachada del edificio, los pasillos, los pollos... Sabía donde estaba todo, donde coger agua, pan, cerveza, el café... Se le acelera el pecho a uno, estando tan cerca, como quien peregrina a Santiago, yo qué se.

***

Al poco de ponerme a conducir, ya sólo, pensaba. Pensaba en lo que siento, en cómo lo siento, en el por qué. Ya te digo, sin radio, sin ruido, algún cigarrillo que me paraba a liar porque estaba demasiado oscuro para hacerlo conduciendo. Y pensaba en eso, en que era eso, en por qué así. Y pensaba también que no ha cambiado lo que siento, que han cambiado actitudes o maneras, formas de decir o hacer, de aproximarse o pensar, pero no de sentir. Pensaba en cosas que pienso o formas de actuar que tengo. El caso es que no decidí, me di cuenta y acepté, que como en la amistad o el cariño se sienten cosas de una manera. Pensé en el amor o como definirlo. Una palabra muy fuerte eso de amor, no se regala, yo no, al menos y en que no sé si alguien la conoce en el mundo verdaderamente. Pensé y reflexioné. ¿Qué significa esto, por qué me siento así, por qué no lo siento de otra manera?
Es una locura, estaré loco. No es que me de igual, me acababan de bajar los pies al suelo, y aún así, no lo sentía distinto, lo sentía igual que entonces, sin esperar nada, aceptando y aceptándome. 
Recuerdo mucho decir eso de la falta de expectativa, pf, es que no tengo expectativas, tengo lo que siento y como ya he dicho lo acepto. Acepto que no espero nada, que no pido nada, que las situaciones ideales de mi cabeza no existen fuera de ella por estar precisamente en mi cabeza aunque sean placenteras de imaginar y saborear. No existen como no existe un polluelo cuando miras un huevo o una flor cuando miras un capullo o un árbol cuando miras una semilla. Pensé en el presente absoluto, en vivir el momento y la ola y agarrarse a esa tabla fuerte. En pararse uno a mirar un paisaje cuando vas paseando por el campo y te parece bonito, en cuando dejas de mirar a carretera para mirar a los lados hasta que escuchas las bandas sonoras de la autopista. 
Llegué a una suerte de conclusión o revelación, preguntándome en lo que esperamos de los demás y lo que tenemos todos. Y sintiendo que no se va, que siento lo que sentía, que puede doler si lo malinterpreto o lo zarandeo. Que por muchas ganas que tengo de ver el árbol crecer, no aprecio menos esa semilla, mirar ese paisaje... Siento que lo que siento me gusta, y es bonito, y tiene valor y debo valorarlo, y que no se marchita, y que me inspira lo mismo. Que no pido ver cascar el huevo, porque el huevo es también precioso, que no pido nada, ni exijo nada, ni espero nada. Que llegué a un punto en el que el ese huevo me parece precioso y lo quiero cuidar, y si he pecado de algo es de querer ver también el polluelo, pero las cosas de la naturaleza tienen su ritmo y si tratas de acelerarlas rompes esa naturaleza. Lo que siento es bonito, porque en serio, no pide nada a cambio, no pone condiciones y está ahí, y no se me olvida aunque a veces pise la banda sonora de la carretera. Que no espera porque no esta ni delante ni detrás, está presente. Que valoro esto que siento porque pensar en esto que siento me gusta y me hace sentir bien, me hace sentir bien saber que no pido nada, que no exije ni demanda, que en realidad no tiene necesidad de demandar, que no entró por costumbre o gusto, que es algo que es genuino de mí, sentir esto es mío, me sale de mí, me sale solo pese a todo. Que no es un recuerdo ni una nostalgia, que es atemporal y sin expectativas, que no vive en tiempos pretéritos o futuros y que no desaparece por estar dormido o pensando en otras cosas. Que no lo calla el silencio y que es genuino y mío aunque se me inspirase de fuera. De alguna manera, no sé, que si veo ese huevo me fascina, que si rompe el cascarón me flipa en mil colores, que si veo al pajarillo crecer y batir las alas me derrite y que si lo veo volar, en la dirección que sea, no deja de enamorarme.
Me gusta esa sensación, me gusta ser consciente de eso.
Me puse música, solo tengo un disco mío en el coche, el Lateralus de Tool. Canté Parabola.

***

Llegué a Madrid, descargué los trastos: algo de ropa; nueva y vieja, algo de comida; la dada y la comprada, y mis trastos típicos de cuando viajo. Subí al piso. No había nadie, pero no me sentía solo aún así.

He llegado bien, ya estoy en casa.

miércoles, 9 de enero de 2019

A veces las palabras no bastan, muchas veces no bastan. Da impotencia, no me gusta no ser capaz de comunicar, de transmitir. Muchas veces estamos obligados a navegar entre incertidumbres y no es cómodo, pero es lo que tiene estar arrojado al mundo. No hay nada seguro aunque lo quisiéramos así. Salirse de la ruta es lo que tiene, nadie te puede guiar ni darte información ni direcciones, y tienes que ser capaz de guiarte tú, y a veces el camino es más fácil y a veces es más difícil. Y a veces no se si me guía mi voluntad, lo que creo que es más fácil o lo que creo que es más apropiado. Si es lo mejor para mí o para todos o para otros. Es más fácil hacerlo cuando no sientes tanto tus acciones. Y siento que tengo mis certezas pero no me bastan. De verdad me gustaría tener las respuestas, pero las tengo que seguir buscando. Ojalá fuesen más accesibles. Un gato debajo de un coche. Palabras que enturbian significados desde que se inventó el lenguaje... Las cambio por una mirada capaz de arrojar más sentido que cien libros. No quiero sacrificar las cosas, las sensaciones que tanto me llenan. No quiero quemar nada ni a nadie. No quiero explicarme porque ni yo estoy seguro de hacerlo y aún así quiero que me entiendan. Quiero ver tierra, sentir tierra. Quiero trascender el lenguaje. Quiero borrar esto y que no enturbie y quiero arriesgarme a que lo haga. Si no meto el pie en el charco no sabré cuan profundo es.

sábado, 8 de diciembre de 2018

Yo que se


No me siento bien.
Mi casa es una ruina, y he quemado los muebles buscando ese calor que manaba de Ella.
Continuamente me viene a la cabeza y siento que me falta algo muy importante. Como un faro en mi pecho buscando con su pequeña luz, y La pienso, y La extraño. Y no han pasado dos días y me parece una eternidad en solitud. Un niño tirándole piedras a una pared.
Quiero que vuelva, pero no se lo puedo pedir. Y pienso que es lo correcto, que Ella se sentirá mejor así, que volverá por su cuenta, quiero que venga por voluntad propia, porque la mía no es el todo.Y no es que sienta que va a volver así a la ligera, todo este tiempo he sentido y he vivido que estaba por voluntad propia. ¿Me he convencido yo solo? No puede ser, no es posible. Había una visión, había un horizonte y la moral era alta. ¿Nos han herido las ramas de los árboles, cuando quizás nos salimos demasiado del camino? Quizás era un bosque demasiado oscuro y desconocido, en algún momento se soltó de mi mano. Quiero talar el bosque entero y verla. Quiero que vuele y me vuelva a ver Ella a mi, con esos ojos. Que me golpean con tanta fuerza , que me miraban a través. Que me hacen dar un respingo en la silla.
Se ha soltado de mi mano, ha querido soltarse de mi mano, y yo no puedo impedirle que busque eso que le parece haber visto. Debe de haber visto algo en el bosque que yo no puedo ver, no se me permite el acceso, que le ha parecido mas seguro o atractivo que la senda que yo le proponía. Ha tomado ese rumbo, pero yo no puedo seguirlo. Tengo que tomar otro para continuar. ¿Pero no querrías volver para hacer el camino con Ella? Claro que si, pero ha decidido tomar otra y no puedes obligarla, pese a que conocíamos las frutas, los picos, algunos caminos, conocíamos los peligros, era un bosque peligroso, pero entramos los dos de la mano, bien fuerte, agarrábamos los dos el uno del otro y nuestros pies aguantaban firmes y seguros, al paso, coordinados, en equilibrio. Sabíamos la dirección, nos nos daba miedo caminar campo a través, lo buscábamos juntos. ¿Que te ha hecho este bosque para que veas ese camino? ¿Que me ha hecho este bosque para que yo no pueda entrar?
Y así me veo, queriendo aún encontrar esa casita que buscábamos pero que no me es posible habitar solo. Ojalá esté en lo cierto y continúes esa ruta, y que al final de esa ruta te topes conmigo esperando en algún punto de la mía que se une con la tuya y vuelva a ser nuestra, y que te alegres de verme, y me mires con esos ojos, y me flojee la boca y te rías, y me cuentes lo que has visto y que haya merecido la pena, o no, y que has encontrado, y yo te contaré que he visto, que he encontrado, y mirarnos y que nos volvamos a agarrar tan fuerte como los dos apretábamos y nos sentíamos.
¿Estoy loco? ¿Estoy tan loco por pensar eso, por querer volver a nuestra ruta?
¿Estoy demasiado loco para este bosque?
Y el niño camina por esas ruinas, y le da patadas a las piedras, y quema maderos y muebles. Y está triste y solo y sucio y hambriento. Y recuerda cosas y se imagina que está jugando con un perro, compartiendo una fruta, escuchando el alegre canto de un pájaro, que se ríen de sus tonterías, que cocina un guiso, que baila con una canción... Pero despierta y el suelo esta frío y todo está en silencio. Y se agarra el pecho porque es el calor que le queda en esa ruina. No me siento bien.