sábado, 19 de febrero de 2011

Sueño

Un grupo de gente, yo incluido. El mundo es una especie de sitio desolado, donde tu sabes que ya no existe la civilización, ni el dinero, ni la bondad. La caja de Pandora ha petado pero mucho, a raíz de algún problema super gordo, el caso es que la civilización tal y como la conocíamos ha dejado de existir. Vamos en el carromato este, imaginad el típico camión de cabalgata, donde se peude meter gente a saco en la parte trasera, petadod e supervivientes de este mundo loco y cruel que se ha creado. En plan "The Road", barbas largas, suciedad, abrigados, pelazos, desconfiados de lo que les rodea... Unas, por poner algo, veinte personas, apelotonadas en el camión este.

Vale, el camión petado de gente, y yo sentado atrás, mirando los arboles pelados, escalas de grises por todas partes, incluso sin venir a cuento hay zonas de donde sale humo, las columnillas de humo esas tan postapocalípticas, como indicando que ahí ocurrió un desastre "tu no lo has visto, pero esto se quemó". Entonces el camión del fin dle mundo pasa por una especie de pueblecillo arrasado, pero habitado. El camión se va metiendo por las calles, cruzando el pueblo. Se ven las casas con las ventanas rotas, y tapadas con trapos y harapos, puertas de madera y chapa, toscamente colocadas. Apaños caseros, que viven en la mierda, sí, pero se hacen sus arreglos en casa. Cada vez que el camión va pasando por delante de las casas, la gente que vive en ellas sale, y la escena no mejora. La gente sale en pelotas, dándole un aspecto más trágico aún, sucios, despeinados. Las familias, porque por lo visto cada casa es una vivienda unifamiliar, salen todas juntas, como para ser partícipes del safari del horror que están pasando los del camión. La madre, el padre, y el hijo de 10 años, salen a la puerta de lca casa, en pelotas, se les notan las costillas, están hambrientos, pero ahí están, en la puerta de su casa, viendo pasar el camión. Otra familia, lo mismo, los dos niños mirando fijamente, sin cuestionarle nada a sus padres. Más familias, incluso una familia que se ve que tienen alguna clase de gen hereditario potente, porque eran rubios y con ojos azules, y solo tenían hijas, de muy buen ver (estaban muriéndose de hambre y sucios, pero es que las hijas de la pareja esa estaban... de buen ver, no se, yo lo pensaba en el sueño "¡Coño! ¿Y no les da cosa que sus hijas, con lo guapas que son, estén paseando por ahí en pelotas? O sea, de momento no hemos visto a nadie vestido, ¿Nadie tiene excesos instintivos pasionales?¿Puedo yo sobrexederme si quiero?"). Después de ver como diez casas o así (había casas que estaban encima de otras, todo muy loco), cuando ya nos metíamos profundo en el pueblo del horror, en este safari de la muerte y la miseria, de la bajeza humana, de la degradación, pues entonces, empezamos a ver cabezas clavadas en el suelo con pequeñas estacas, pero no una o dos cabezas, sino montones de ellas, como superficies irregulares, de 2x4 metros, o 3x5 petadas de cabezas humanas y como superpuestas, como formando una grada de cráneos sucios y pintados, clavados en ascensión, salpicados de sangre seca y suciedad, de símbolos extraños, algo en plan "Holocausto Caníbal", si no recuerdo mal la peli. La escena esa, horrible, y nosotros metidos en el camión, como "hostia, esto parece chungo, a ver que pasa ¿Nos movemos más rápido? No, déjalo, a lo mejor ni se han dado cuenta de nuestra presencia". Entonces la gente reaccionaba, y se nos aceraban algunos mientras no nos parábamos en absoluto, a velocidad pedo, como si quisiésemos de verdad contemplar todo aquello, para pedirnos, bueno, no pedirnos, simplemente balbuceaban y ponían las manos en cuenco, y en ese momento salieron de la nada unos tipos que ya tenían un taparrabos, eran más pudientes, y también tenían lanzas y collares de huesos y dientes, serían gente importante, digo yo. Nos bajaban del camión, y nos metían en una casa, y al principio estábamos medio confiados medio acojonados. Nos nos hacían movernos con violencia, era más bien de buen rollo, nos señalaban una casa, y hablaban de forma tosca y arcaica, que no sabia si te intentaban decir algo en un idioma extraño o si intentaban evitar la conversación. Estaba yo el primero, y era en plan, cuando estás en la casa del terror en la feria, que vais todos juntos, pero ¡ah-haay! que da como cosa entrar a los sitios, vas como esperando el susto, no te atreves a entrar de verdad, o lo haces lento, esperando que pase lo que sea pero sabiendo que no es peligroso. Pues anda, yo el primeo, me meten en la casa, veo otra puta montaña de cráneos apilados a un lado de la habitación espaciosa, oscura y sucia y me doy la vuelta de golpe como diciendo "No tío, no me meto aquí tío, que da como mucho miedo, a saber que nos pasa ahí dentro, tienen unos huesos y unos cráneos, no nos dicen anda tío ¿Nos vamos a meter ahí dentro?" Pues sí, nos metemos ahí dentro, porque si te das la vuelta esta el tío de la lanza haciéndote seguir el camino, pero de buen rollo siempre, sin violencia ni nada.

Pues a la derecha teníamos una grada de cráneos pintados, y a la izquierda un montón de gente en pelotas y sucia. Nosotros entrando en fila india, con niños y mayores, eramos un grupo de supervivientes heterogéneo, apostábamos por la diversidad cultural también. Y yo pensaba que nos querrían hacer como de la "tribu", ¿no? con tanto buen rollo y tanto entrad, sería como una iniciación. Pues viene una vieja también pintada y con harapos y con huesecillos y tal, y suelta unos gusanos en el suelo, unos negros y amarillos, y otros que eran completamente negros, dos tipos de gusanos. Y nos indican por medio de gestos que tenemos que comernos uno de los dos, o uno amarillo, o uno de los negros. Y yo en este momento trataba de discutir con uno de los tipos que nos habían metido allí dentro, "¿Cómo que nos comamos uno? Pero ¿Por qué? ¿Qué va a pasar?" y el de la lanza "ehb.. suh.. ah!..." no ayudaba mucho. Entonces una niña de nuestro grupo se metía uno de los amarillos en la boca, y se lo comía, y no le pasaba nada directamente después (si lo piensas a lo mejor en 2 horas le va a dar un chungo, o lo que sea), pero yo ya deduje que los buenos eran los amarillos, entonces cojo uno de los amarillos y le digo al de la lanza "me voy a comer uno de estos, que como se lo ha comido la niña y no le ha pasado nada, pues no se, yo también, ¿no?" y me contesta "Sí, total, si ella se lo ha comido ya lo sabéis, que los amarillos no te hacen nada, ya todo el paripé este da lo mismo, comeos los amarillos y punto"

viernes, 11 de febrero de 2011

Reflexiones en forma de carta de suicidio

Acabo de pensar que nunca me he visto en la necesidad de decir unas últimas palabras. Me gusta pensar que no voy a dejar de ver a nadie para necesitarlo, doy por hecho que la gente no cambia, o que no va a marcharse. Supongo que me lo planteo de esa manera.

Sería interesante tratar por lo menos de imaginar cuales podrían ser tus últimas palabras, o a quién, o qué o cuántas. Ahora lo pienso y suena hasta tétrico, pero sería interesante.