miércoles, 9 de enero de 2019

A veces las palabras no bastan, muchas veces no bastan. Da impotencia, no me gusta no ser capaz de comunicar, de transmitir. Muchas veces estamos obligados a navegar entre incertidumbres y no es cómodo, pero es lo que tiene estar arrojado al mundo. No hay nada seguro aunque lo quisiéramos así. Salirse de la ruta es lo que tiene, nadie te puede guiar ni darte información ni direcciones, y tienes que ser capaz de guiarte tú, y a veces el camino es más fácil y a veces es más difícil. Y a veces no se si me guía mi voluntad, lo que creo que es más fácil o lo que creo que es más apropiado. Si es lo mejor para mí o para todos o para otros. Es más fácil hacerlo cuando no sientes tanto tus acciones. Y siento que tengo mis certezas pero no me bastan. De verdad me gustaría tener las respuestas, pero las tengo que seguir buscando. Ojalá fuesen más accesibles. Un gato debajo de un coche. Palabras que enturbian significados desde que se inventó el lenguaje... Las cambio por una mirada capaz de arrojar más sentido que cien libros. No quiero sacrificar las cosas, las sensaciones que tanto me llenan. No quiero quemar nada ni a nadie. No quiero explicarme porque ni yo estoy seguro de hacerlo y aún así quiero que me entiendan. Quiero ver tierra, sentir tierra. Quiero trascender el lenguaje. Quiero borrar esto y que no enturbie y quiero arriesgarme a que lo haga. Si no meto el pie en el charco no sabré cuan profundo es.